domingo, 17 de marzo de 2019
Las grandes obras.
Siempre tomados de la
mano con el arte.
Vamos hurgando aquí y
allá buscando
Como si se tratara de algo
enterrado
De un tesoro oculto y
recóndito
La obra máxima
Nuestra piedra de toque
La piedra filosofal de
nuestra industria.
Podrá ser
El poema soberbio
Con frases cristalinas
inundadas de luz
Oraciones perfectas cláusulas
supremas
Texto flamígero
inagotable
Como la zarza de
Moisés.
O
La imagen trascendente
reveladora e
Inefable brillando con
la proporción áurea
Donde lo que muestran los
pinceles
Estremezcan los ojos
los nervios y el alma
Develando los misterios
de todo lo creado.
O
Los armónicos
purificados en escalas que sólo
Los ángeles de Hildegarda
de Bingen
Podrán ejecutar con
instrumentos mágicos
Fantástica sinfonía
donde se agiten los bosques
La mar tiemble y el
mundo se detenga.
O
La danza acompasada con
el tiempo futuro
Coreografiada en un
eterno presente
Con movimientos
pertinentes y asertivos
Que vayan dejando
proyecciones del cuerpo
Como capas de auras
inasibles.
La gran obra de cada
artista de la lírica
De la plástica de la
música de la danza
Dejará boquiabierta a
su Musa
Mirad a Calíope a Gala a
Euterpe a Terpsícore
Abriendo tamaños ojos sorprendidas
Patidifusas
ante las grandes obras
Cuando cada gran obra
suceda
Será un instante
rotundo
Majestuoso cósmico
Inmensurable
Luego
Se desbaratará como la
ceniza
Con un soplo.
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